Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL 

Valorando lo que tenemos.

Parashat Tetzavé describe con lujo de detalles todos los procedimientos necesarios para confeccionar las vestimentas del Cohen HaGadol (sumo sacerdote). Estas prendas según la descripción de la Torá son “para honor y esplendor” (Shemot 28:2). La ropa de los Cohanim tiene un efecto especial, un rol que los ayuda a ellos, y a los demás, a mantener la diferencia. Quizás desde tiempos antiguos la ropa especial, las vestimentas ceremoniales han sido fabricadas con el objetivo de realzar el rol o la posición de quienes la visten.

Terminando de celebrar la festividad de Purim, Parashat Tetzavé nos presenta el desafío de valorar el trabajo que hay tras la ropa que vestimos. Un antiguo midrash (Berajot 58a) nos hace reflexionar sobre la forma en la que nuestros objetos, llegan a nosotros, muchas veces sin que los valoremos en forma prounda:

Ben Zoma solía decir: Cuántos esfuerzos y trabajos hizo el primer hombre, hasta que logró comer por primera vez pan. Tuvo que arar la tierra, plantar, cosechar el trigo, molerlo, hacer la harina, amasar la masa y hornear el pan… mientras que yo (dice el sabio) cada mañana tengo el pan fresco frente a mis manos […] Del mismo modo, cuántos trabajos y labores tuvo que hacer Adam, (Adán) el primer hombre para vestirse… esquilar y confeccionar los hilos, lavarlos, hilarlos, coser y bordar hasta obtener una prenda… mientras que yo tengo las ropas listas, confeccionadas y preparadas.

Hay muchas explicaciones y comentarios acerca de la razón por la cual los Cohanim debían vestirse de cierta manera con ropajes específicos, y en especial Aharón el Sumo Sacerdote, el Cohen HaGadol. En la búsqueda del uso de objetos cotidianos, pero con sentido, el comentario de RaSHI nos ayudará a entender mejor uno de los objetivos de estas prendas. La Torá enumera 5 labores artesanales distintas que requerían una habilidad especial para llevarlas a cabo:

“Maasé Joshev”: Nada que ver con “pensar” (en hebreo, Lajshov), sino que esto es bordar figuras con hilos mientras se va cosiendo, que es más complejo que bordar sobre la tela ya fabricada. En la confección de la tela misma se va hilando la figura deseada.

“Pituaj”: En hebreo moderno se diría “desarrollo”, pero en el bíblico es el arte que deriva de la orfebrería, es el tallar o grabar en metales.

“Maasé Jarash”: Trabajo con las piedras, darles forma, pulirlas colocarlas en su lugar e incluso tallarles. El trabajo con piedras es distinto al trabajo con metales.

“Maasé A’vot”: El trenzar los hilos por medio de un telar o unir un hilo con otro.

“Maasé Rokem”: Bordar. Así también en hebreo moderno.

Cada una de estas tareas, cada una de estas artesanías era esencial para confeccionar las prendas de los Cohanim. De allí que quizás haya aquí una invitación a prestar atención a los pequeños detalles, a valorar lo que tenemos, a reconocer el esfuerzo que hay detrás de las cosas más cotidianas y simples de la vida, como el pan, como la ropa. El Sabio Ben Zoma hace casi 2000 años se sentía afortunado por tener frente a el el pan listo y la ropa presta.

¿Y hoy? En pleno Siglo XXI la tecnología nos permite olvidarnos de labores que hasta hace no mucho eran “pan de cada día”. Hoy tenemos la posibilidad de tener todo listo y preparado delante nuestro, máquinas que nos hacen más fácil el trabajo y esto hace que quizás podamos dedicar más tiempo a las cosas importantes de la vida. Sin embargo… ¿acaso realmente valoramos lo que tenemos?.

La santidad que Parashat Tetzavé le asigna a detalles cotidianos como la vestimenta, nos tiene que hacer valorar mejor lo que tenemos, a reconocer el esfuerzo que hay detrás de cada cosa, desde las más simples a las más complejas.

Shabbat Shalom