No es secreto para nadie a estas alturas, y a escala mundial, que Chile se ha sumado a una lista orgánicamente reconocida antisemita, en el eje ideológico de Venezuela, Bolivia o Sudáfrica e Irán.

Chile, y no los chilenos, son representados por esta trinchera anti productiva, donde el odio y la agenda de dictaduras lejanas, prima.

El gobierno de Chile es culpable, pero no solo de lo que hace, también de lo que calla con complicidad, tras haber mostrado el camino a sus feligreses.

La base del presidente Boric, sumado a la inversión de recursos en propaganda por parte del extremismo palestino presente en Chile, tanto en la derecha (comunidad palestina de Chile dirigida por el millonario Maurice Khamis), como en la izquierda con la Coordinadora por Palestina, donde los pseudo académicos del centro de estudios árabes de la Universidad de Chile y su abogado, hostigan físicamente entidades judías.

O la misma embajadora de palestina en Chile, generando discursos para Senadores como Iván Moreira (UDI), que erróneamente publicó una captura de las instrucciones recibidas por la embajadora mediante WhatsApp, para ejecutar posteando cientos de veces contra un solo Estado en el mundo, mientras el Senador Sergio Gahona (UDI), avanzando dos proyectos para hacer del boicot al mismo Estado, una ley nacional, o el Senador Francisco Chahuán, quien junto a otro abogado palestino Haddad, coordina acciones legales de Chile contra el Estado en cuestión y contra empresas israelíes.

Diputados que de un momento a otro, creen entender el conflicto de Medio Oriente, y alientan por cortar relaciones con un solo Estado en el mundo, como Hernán Palma (partido Humanista) directamente llamando a atacar a instituciones de un colectivo en Chile que tiene un nexo inquebrantable con el Estado en cuestión, el Estado judío.

Por supuesto existen también los que se autodeterminan palestinos, como Jorge Brito Hasbún, que sin tener nacionalidad palestina (Palestina no es una etnia, sino una denominación nacional, cuyo pasaporte es reconocido en Chile) hacen intervenciones casi artísticas con prendas que los palestinos de a pie no visten, salvo que deban ocultar su rostro antes de cometer un atentado asesino.

Si bien, el extremismo de bases del partido comunista de Chile y del Frente Amplio, no comprende masas enormes, la influencia y silencio de los factores opositores coincide con la permisibilidad que da el gobierno a las acciones violentas ocurridas en Chile contra lo judío en los últimos 5 meses.

Para que esto ocurra, se necesita una base de confianza, que ha sido otorgada por miembros del Parlamento y del gobierno, tanto en Chile, como en la Haya y en Naciones Unidas, donde Boric, junto a los extremistas y mercenarios en el poder, declararon al Estado judío, a 13.000 km. de distancia, como el enemigo de su Chile, del proyecto fallido que solo el 20% de la nación apoya.

¿Y qué es lo más cercano al Estado judío que hay en Chile? Pues los judíos.

Los ataques anónimos de movimientos subversivos marginales se convirtieron en ataques directos, a plena luz del día, convocados por las organizaciones representativas palestinas y contra instituciones judías religiosas y comunitarias, algunos a rostro descubierto, otros moralmente concientes, ocultándose tras pañuelos terroristas palestinos, reconociendo el vandalismo y el miedo a ser reconocidos.

La comunidad palestina de Chile, dirigida por Maurice Khamis, quien hace menos de dos años admitía apoyar al grupo terrorista Hamás, y que lleva junto al Senador Gahona el pudiente lobby en el Congreso, buscando convertir a Chile en el único país del mundo que boicotea a Israel por ley (haciendo a Chile pagar el precio por ello), no sólo alentó la manifestación, entregó la dirección de una institución comunitaria judía en una mal camuflada declaración pública con aires de llamado a pogrom.

A esto se sumaron los grupos más desfinanciados como BDS Chile y la coordinadora por palestina, donde su abogado Luis Mariano Rendón y los pseudo académicos que celebraron el ataque de Hamás el 7 de octubre, juegan a ser líderes de opinión.

El resultado fue una manifestación contra judíos chilenos, que iban a un matrimonio o a otros eventos comunitarios, es decir chilenos no palestinos, atacando verbal y físicamente a chilenos judíos, incentivados por millonarios de derecha o extremistas de izquierda que en lo único que coinciden es en que Chile pague el precio por seguir su agenda extranjera.

 

Gabriel Colodro