Photographer: Israel Press and Photo Agency (I.P.P.A.) / Dan Hadani collection, National Library of Israel / CC BY 4.0

Con un vestido hasta la rodilla y zapatos de taco alto, la primer ministro de Israel Golda Meir en su viaje a Estados Unidos, hizo una parada para visitar a las tropas que en ese momento defendían la frontera sur contra el ataque egipcio en plena guerra de Yom Kipur en octubre de 1973.

“¡Que alguien le traiga agua!” un soldado se apura y le ofrece una botella de vidrio oscura. Golda la toma como quien saca una botella del refrigerador de su casa.

“¡Que alguien le traiga un vaso!”, “No hace falta”, responde Golda con una sonrisa, y toma de la boca de la botella. Un segundo después, otro soldado le trae una taza.

“¡Esto si que es un lujo!”, sonríe ella.

“¡Golda mantente fuerte!” se escucha un soldado desde atrás.

Esta es una de las tantas escenas que fueron desclasificadas en un documental israelí sobre Golda Meir, en conmemoración de los 50 años de la Guerra de Yom Kipur. Una mujer que además de ser primer ministro, tomó el control y dirigió la contraofensiva israelí que sorprendió a todo el país durante el día más sagrado del calendario judío.

Una mujer empoderada, querida y respetada, con una profunda vocación social, única mujer que ha ocupado ese cargo en la joven historia del Estado de Israel, tuvo que abrirse camino entre sus asesores y ministros, quienes le decían que no había posibilidad de que haya una guerra, y ella, tomó las riendas, siguió sus instintos, y sin ser una militar de carrera, manejó la estrategia israelí como el mejor comandante en jefe del ejército.

Más de 2.600 personas murieron en esa guerra, herida que sigue abierta en la sociedad israelí, sabían que, si perdían, la existencia de Israel estaba en jaque.

50 años después no hemos vuelto a ver una líder política de esa índole. Nosotros somos los herederos de los logros en memoria de aquellos que cayeron y fueron heridos.

Hoy Israel atraviesa momentos complicados, con una sociedad dividida que a veces da por sentado lo que tenemos. Israel es una democracia muy joven, que durante toda su corta historia ha tenido que preocuparse de sobrevivir, de sobreponerse a aquellos que la han querido borrar del mapa.  Pero ha llegado el momento de ser testigos de una fisura interna en el ámbito político y social, que está haciendo tambalear lo que otros lucharon tanto por conseguir.

Si hay algo que caracteriza a la sociedad israelí es el ímpetu que los une en momentos críticos, la solidaridad, la multiculturalidad, la fuerza de levantarse luego de las caídas. Cada soldado o civil herido en guerras o atentados se sienten como un hermano, un hijo o un amigo.

Si Golda Meir pudiera ver lo que pasa hoy en el país probablemente daría un golpe en la mesa, y se volvería a poner el país al hombro, como lo hizo hace 50 años atrás, con fuerza y sabiduría, jamás hubiese dejado que nuestra sociedad se parta en dos.

Tomemos ese legado, en honor a ella, a los que dieron su vida por el país y cuidémoslo, volvamos al diálogo y a esa unidad que tanto caracteriza a nuestra sociedad, para seguir construyendo un país que es “luz para las naciones”, que aporta al resto del mundo y que a pesar de todo, sigue siendo nuestra única casa.

Siván Gobrín, periodista.