Ale Dukes

Por siglos y a lo largo de todo el “exilio” (período en el cual se formó la diáspora), el mundo occidental y oriental ha intentado -y logrado con éxito- desconectar culturalmente al pueblo judío de Medio Oriente, posicionando a nuestra gente como una suerte de “tribu blanca”, re-fundando a su arbitrio nuestro origen y costumbres.
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Clásico es escuchar como historiadores e intelectuales hablan de cultura “judeo-cristiana” cuando se quieren referir a valores típicos de Occidente. Sin embargo y muy por el contrario, el conjunto de enseñanzas de la civilización judía proviene de tierras lejanas: Oriente.
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El desuso de la Sudra Judeita (conocida como Kuffiyeh en el mundo árabe) representa precisamente este intento de desconexión y del “identity washing” de nuestras costumbres ancestrales. Esta prenda data de miles de años de antigüedad, y es mencionada numerosas veces en la Torah, en el Talmud de Babilonia, etc.
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Una de las razones por las cuales este pañuelo hoy en día culturalmente se asocia a la vestimenta Árabe de la zona del Levante (Israel, Jordania, Líbano, Siria y los territorios Palestinos) es tremendamente profunda, y relata una vez más la historia de discriminación y sufrimiento de la judería de la región. Con la llegada del régimen Islámico, se instala la prohibición a los judíos de utilizar la Sudra, puesto que en nuestra tradición, esta prenda representaba rectitud, honestidad y muchas veces estatus socioeconómico. Para ser más precisa aún, en 1666 una ley Yemenita prohibió directamente a los judíos el uso de la Sudra e impuso a los árabes el uso de la misma: ¿por qué?
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Quizás esta sea una de las respuestas de por qué a la fecha el Kuffiyeh -como la llaman los árabes- está asociada con sus expresiones culturales, y no con las nuestras.
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Nuestra misión hoy es reconquistar lo que culturalmente hemos perdido. Revivir costumbres ancestrales que nos fueron extirpadas a la fuerza. Si Israel es la reconquista indígena más exitosa de la historia del hombre; los indígenas de Judea tenemos el deber de recuperar lo que nos han quitado a lo largo de nuestra colonización cultural, histórica y psicológica

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ale Dukes