Hace unas semanas hablaba con una familiar de Chile sobre mis hijos en el ejército , me contaba que la familia había calculado cuánto podían pagar en caso de que mis hijos fueran secuestrados por Hamás.
Al principio me sonreí por el análisis ,porque claramente Hamás no busca dinero por nuestros secuestrados, pero en un segundo análisis del tema, me pregunté si no busca dinero, entonces ¿Qué busca?. Y si lo que busca no es, en estricto rigor ,un intercambio, idea que va implícita en el secuestro, entonces ¿Es correcto hablar de secuestrados?
La premisa inicial era que los secuestrados de Hamás serían intercambiados por prisioneros de Hamás en nuestras cárceles, algo como el intercambio por Gilad Shalit pero aún más obsceno numéricamente hablando, si en el caso de Shalit fue uno a mil, ahora ya no sabíamos dónde podía parar.
Hamás sorprendió liberando por propia cuenta a una madre y a su hija y a dos mujeres mayores, y después un intercambio inicial de 40 por un par de cientos de mujeres prisioneras en cárceles israelíes, que mostró ya que por el lado del intercambio de prisioneros en sí, el negocio no les iba saliendo tan bien.
Al parecer, y a vista de los acontecimientos, esta vez los secuestrados más que una moneda de intercambio eran una garantía de vida para los líderes de Hamás. Todos entendemos que sin secuestrados esta guerra habría terminado en días y no en meses. El análisis de Sinwar fue correcto, otra vez, Israel prefiere no ganar la guerra antes que perder la vida de sus secuestrados.
Parte importante de la estrategia con que se conquistó Gaza fue determinada por resguardar la vida de los rehenes.
En ese sentido Sinwar no fue menos eficaz que en sus decisiones anteriores, la constante alimentación de los medios de comunicación de imágenes desgarradoras de los secuestrados, atacó directamente a la psicología del israelí.
Se produce entonces el sinsentido de poner en peligro la vida de nuestros jóvenes soldados , más allá de lo razonable, en un intento atrevido de rescatar a los secuestrados. Pero en eso hay que decirlo con toda claridad, fracasamos totalmente, solo una de las secuestradas fue rescatada a través de una acción militar, y el resto de lo que el ejército ha rescatado son muertos, esa es la dolorosa verdad.
Los secuestrados se vuelven entonces en el arma más efectiva de Sinwar contra la población israelí y su gobierno.
La sociedad israelí se niega a aceptar que los secuestrados a estas alturas del partido son prisioneros de guerra, y cómo todos los prisioneros de guerra serán sujetos de negociación dentro del esquema que finalice la guerra, de la misma forma que se niega a aceptar públicamente que lo más probable es que gran parte de los secuestrados ya no estén con vida.
Hamás, al decidir como parte de su estrategia de guerra el terreno de las redes sociales, pues la transmisión directa de sus imágenes fue iniciativa absolutamente propia e intencionada, nos obliga a tratar de manejar el horror de las imágenes resaltando el rol de víctimas de nuestros ciudadanos y de victimario de Hamás.
A nuestros ojos un juego mediático que podría darnos legitimidad en la respuesta militar, pero que al final del día, fue una legitimidad líquida, rápidamente cuestionada por las imágenes del avance militar de Israel en Gaza y la estela de muertos civiles y militares.
Al punto tal que Israel es llevado a la Corte Internacional de Justicia por miembros de la comunidad internacional y no Hamás.
El hecho de que miles de millones de personas vieran las imágenes de horror del 7 de octubre en vez de hacerlas más reales, las hizo menos creíbles, surge la duda de que esto haya ocurrido realmente, y un sinfín de teorías conspiratorias. Entonces el estado de Israel comete otro paso en el vacío al incentivar una hasbara basada en los relatos de los sobrevivientes, inmensas campañas giran en torno al tema, campañas que no son eficientes en la mayoría de los países del mundo, no detienen las marchas europeas pro Hamas, ni cambian la posición de ningún gobierno, pero sí logran minar aún más el espíritu de guerra de Israel.
La frustración de no conseguir liberar a nuestra gente del sufrimiento cala hondo y empieza a jugar en nuestra contra.
Es tiempo entonces de tomar las riendas de nuestra propia narrativa, los secuestrados son prisioneros de guerra, y no habrá solución militar a estas alturas, como tampoco fuimos capaces de asesinar a Sinwaur, ni fuimos capaces de convencerlo de alguna de las salidas que incluían abandonar la franja de Gaza. Esa es la situación.
Hay que dejar al ejército seguir con sus operativos hasta que sea posible, y mientras tanto asumir que hay otro peligro latente y cercano en el norte, y quien sabe si hay otros más junto a él.
En esta guerra militarmente ganamos, a ver si tratamos de ganarla psicológicamente, cada vez que dejamos que Hamás nos robe las emociones y nos encierre junto a los cautivos, la perdemos, cada vez que asumimos que la guerra tiene costos, nos liberamos de parte de su veneno.
Hernán López
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