Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL 

 

Estamos Conectados.

  • Aló?, Aló?
  • Si, hola.
  • Hola, tengo que salir corriendo, es una urgencia, tengo que ir al hospital.
  • Oh!, ¿estás bien?
  • Si, pero es urgente, estoy saliendo de la casa ahora.
  • ¿Sabes cuándo vuelves?
  • No, no sé cuánto tiempo va a tomar
  • Ok, llévate una mochila o algo
  • No tengo tiempo de hacer un bolso, me llevo el cargador y listo.

 

Conversaciones de este tipo se dan todo el tiempo, tenemos una urgencia y debemos correr. ¿Qué es lo primero que nos llevamos con nosotros, si no sabemos cuándo volveremos?, muchos quizás el cargador del celular.

Más allá del objeto en si, es lo que representa, conectividad, la sensación de no estar solos. A diferencia de la cuarentena bíblica sobre la que estudiamos en Parashat Tazría y en Parashat Metzorá, en la que el leproso se encontraba totalmente aislado, sin posibilidad de estar en contacto con nadie, las cuarentenas del corona son más amenas gracias a la tecnología. Pero la hiperconectividad, al mismo tiempo, ha provocado estragos en nosotros. La necesidad de no perderse de nada, de creer que somos irremplazables nos ha transformados en adictos a las redes sociales, a los mails, a los WhatsApp, a “a ver qué dice twitter”, qué foto nueva hay en Instagram, sin poder parar. Nos creemos imprescindibles, sin darnos cuenta que estamos siendo desplazados por el uso desenfrenado de la tecnología.

Esta semana leemos dos Parashot, Ajaréi Mot y Kedoshim. La primera trata sobre el ritual de Iom Kippur, tal como era realizado en el Kodesh HaKodashim (Sancta Sanctórum) por el Sumo Sacerdote. Este era un acto único, pues sólo podía entrar allí en Iom Kippur y salir con el perdón, absuelto. Parte de ese ritual lo leemos en las Tefilot (plegarias) de Iom Kippur y resaltamos su importancia, su santidad y su unicidad. Con respecto a esto, hay un mito muy conocido, que dice que el Cohen Gadol (sumo sacerdote) entraba esa única vez por año, en Iom Kippur, al Kodesh HaKodashim, amarrando en su pie una cuerda, una única conexión con el exterior. ¿Por qué?, porque si se moría en el medio del ritual, no había forma de sacarlo, nadie podía entrar allí y por medio de la cuerda podían arrastrarlo hacia el exterior.

Esta historia, curiosamente, no figura ni en la Mishná, ni en el Midrash, ni en el Talmud. Es más, en algunas secciones de estos textos, figuran testimonios de Cohanim que murieron en el Kodesh HaKodashim en Iom Kippur y simplemente entraron a sacarlo, algo que está permitido por la ley judía. El mito al parecer surge del Zohar en la edad media, puesto que ni siquiera RaMBaM (Maimónides) menciona la costumbre de la cuerda en sus textos, y su origen no es muy claro.

 

Lo cierto es que esa única conexión con el exterior, esa cuerda, nos recuerda otras “únicas conexiones” con el mundo exterior, como el cable. Pero a diferencia del Cohen Gadol, nosotros no necesitamos apartarnos del mundo para ejercer nuestro trabajo espiritual, nos apartamos de él minuto a minuto por medio de los cables, nos apartamos de nuestros seres queridos, de nuestras familias. Por el contrario la vida espiritual judía se ejerce en una comunidad que se compone de individuos. El Cohen Gadol en su función, en su labor, era en efecto irremplazable, pero eso no significa que en dado el caso otro Cohen podía ejercer la misma labor posteriormente, o incluso que sacaran su cadáver del Kodesh HaKodashim en caso de que fuera necesario. Como dice la frase popular “somos imprescindibles, sólo cuando estamos, cuando no estamos, ya no somos imprescindibles”. El mito de la única conexión al parecer no es más que eso, un mito, la desconexión del total del Cohen era parte de un ritual que se realizaba una sola vez al año, el ritual de conectarnos por un cable al celular, se realiza varias horas por día.

Parashat Ajaré Mot, que relata la particular escena de Iom Kippur, nos invita a pensar en nuestras conexiones, y repensarlas en Parashat Kedoshim. La Santidad que podemos alcanzar por medio de Mitzvot de carácter social que figuran en la segunda de las Parashot de esta semana, tiene cabida también en el día de Shabbat, tal como lo dice el texto de Parashat Kedoshim:

“El hombre, a su madre y a su padre temerá, y mis Shabatot cuidarán” (Vaikrá / Levítico 19:3).

El secreto quizás sea desconectarse para desconectarse. En la era en la que vivimos, todo puede ser preparado previo a Shabbat y dejar casi todo automatizado, comidas, luces, y otros. Sin embargo, debemos insistir en la invitación del Shabbat como día de conexión espiritual, familiar y social, más que tecnológico, electrónico y lleno de “notificaciones”. La santidad se logra por medio del contacto con otros, pero el contacto real, más que el virtual. Más cuerdas y menos cables.

 

Shabbat Shalom