Unas semanas antes del 7 de octubre el más importante periódico israelí decía: “Lo único que tienen que hacer nuestros enemigos para destruirnos es NADA”… el país estaba extremadamente polarizado. Los religiosos y los laicos ya no nos entendíamos, entre vecinos ya no nos hablábamos y una simple conversación política fácilmente terminaría en una disputa irreconciliable.
También se hablaba de la paz con Arabia Saudita que significaría un cambio total en el medio oriente y eso nos llenaba de optimismo y ese optimismo nos alejaba unos pasos del abismo… por el momento.
A partir del 7 de octubre todo cambió, nuestro temor por los religiosos fue reemplazado por el horror. Cuatro días Israel se demoró en controlar su territorio y en esos cuatro días vimos un horror que nos recordó nuestras peores pesadillas.
No fue solo lo que hizo Hamás en su brutalidad máxima desde poner a niños en una pieza y rosearlos con bencina y prenderles fuego, o las violaciones sistemáticas y las ejecuciones, y los secuestros y todos los demás horrores. A esto sumamos la celebración de estos horrores por la población Gazatí y de Cisjordania de forma espontánea, vanagloriándose con cada una de estas acciones.
La celebración en occidente no fue ausente, en Londres miles de musulmanes se conglomeraron frente a la embajada de Israel. En Australia también se repitió esta celebración por un puñado de “fieles”. En USA sobrepasó los límites cuando profesores apoyaron estos actos, ejemplificado en un profesor de Cornell al declararse “exhilarante”.
Lo peor para nosotros fue “en casa”: Hamás sabía TODO sobre los lugares y a quién atacar a nivel detallado. Se presume que toda esta información fue proporcionada por los trabajadores que tenían permiso, aquellos pacíficos que trabajaban con los israelíes más pacíficos de todos que eran los de los kibbutz. Con los mismos que te tomaste el café, quién conoció tu familia fue el que entregó los detalles a Hamás y el resultado fue lo que ya sabemos.
Después del 7 de octubre vimos dentro de Israel un cambio inequívoco, vimos que las parejas LGTBI de nuestros caídos recibirán lo mismos honores y derechos como los de cualquier otra pareja. Pudimos ver nuestros soldados y oficiales beduinos y árabes tanto cristianos como musulmanes en acción, salvando la vida de todos nuestros niños. Vimos a nuestros Drusos, que no tienen que demostrar nada a nadie, pedir que el reconocimiento ofrecido por el país sea postergado para después de la guerra. Vimos a miles de religiosos enlistándose voluntariamente solicitando participar más activamente en la sociedad. Vimos la formación de un gobierno de emergencia que excluía a los elementos más estrafalarios, que nos invitaban a tener un poco de optimismo.
El 7 de octubre destruyó nuestro sueño de tener paz con los palestinos, volvimos a 1948: No creemos en la paz con los palestinos, no con Hamas… realmente no. Ellos mismos dicen que quieren un “octubre 8, luego un octubre 9…” obviamente esto se dice en árabe y en las entrevistas en Beirut, no en la CNN de Atlanta.
Pero ese mismo 7 de octubre comenzó a materializarse otro sueño que es el de que nuestros hijos sirvan en un ejército donde laicos, religiosos, LGTBI, drusos, árabes cristianos como musulmanes, beduinos, y otros tantos defiendan a nuestro Israel, este Israel democrático y plural.
En la calle se dice que después de esta guerra nacerá un nuevo Israel…
Daniel Weinstein
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