Pasé las últimas dos semanas en Chile, pero esta visita fue diferente a cualquier otra, porque ocurrió durante uno de los momentos más trágicos de la historia de Israel.
Me tocó hablar con personas de muchos tipos, desde la persona que me vendía el pan en las mañanas, hasta senadores de la república, y encontré en todos ellos un mensaje muy distinto al que las redes sociales pretenden imponer, encontré un Chile inmensamente sensible al sufrimiento de Israel, un Chile que se emocionó hasta las lágrimas por nuestros muertos y nuestros secuestrados.
No quiero decir que no existe el antisemitismo, vi también ondear las banderas de muerte y odio de Hamas en Santiago, pero mayoritariamente, el chileno de la calle, está con Israel.
¿Cómo podría ser de otra forma?, somos los chilenos, después de todo, parte de la cultura occidental, los valores de Israel son nuestros valores, el valor central de la vida, de la justicia, de la libertad, de la democracia, nos constituyen. En qué versión defectuosa de la chilenidad, podríamos apoyar a asesinos que violan mujeres, cortan cabezas de bebés o secuestran ancianas.
Y no hablo sólo de los millones de evangélicos que nos mencionan en sus oraciones día a día, tampoco hablo de la comunidad judía y su apoyo inquebrantable, hablo del taxista, del agricultor, del emprendedor, del conserje del edificio, del inmigrante que da un nuevo color a la chilenidad, hablo de la gente a la que los discursos antisemitas quieren robarles la voz.
El progresismo, el partido comunista, ciertos sectores del feminismo, y por supuesto la comunidad palestina, invierten cantidad de recursos inmensos en falsear la realidad, pero la verdad siempre se impone.
No importa cuantas campañas de publicidad contraten, no importa cuanto dinero entreguen a las campañas de los políticos del lobby palestino, ni tampoco cuanta presión ejerzan sobre los periodistas para controlar la agenda noticiosa, la realidad se impone, y la realidad es que Chile está con Israel.
Aun los gestos hostiles del Presidente Boric al llamar a consulta al embajador de Chile en Israel , aun sus declaraciones desinformadas y faltas de vergüenza, aun cuando traten desde la más alta investidura de la república de falsear la realidad , la realidad se impone.
La gente de la calle ya no les cree, ya no avala la violencia y el terrorismo como forma de enfrentar la realidad, ya nadie les cree que los terroristas son defensores de la libertad, son terroristas y punto!
La alianza entre comunistas, frente amplistas y palestinos se cae a pedazos, es cosa de tiempo.
El sábado negro cambió la historia de Israel, pero también la de Chile. Esta guerra es personal porque Hamas asesinó chilenos y secuestro a una chilena, nuestra sangre está en las manos de los terroristas. Eso no se olvida.
Los sionistas en Chile ya no los toleran con paciencia democrática, no temen a sus chantajes y amenazas, los sionistas chilenos los combaten en el día a día, sus mentiras ya no son un monólogo yihadista.
El presidente Boric no hizo NADA por liberar a Mia Schem, y casi nada por honrar a nuestros 5 chilenos asesinados. Pero millones de chilenos SI lo hicieron, poniendo carteles en las calles, alzando la voz, orando por su liberación. Ese Chile es el que me tocó conocer en esta visita, y me siento orgulloso de ello.
Antes de viajar, el desamparo , la vergüenza y la molestia cubría a la mayor parte de los chilenos en Israel, más de uno me preguntó como podría renunciar a su nacionalidad, los Boric nos tenían acorralados, el embajador Carvajal no estaría en el funeral de Loren Garcovich, única y exclusivamente porque el presidente de Chile no lo quiso así.
Hoy , vuelvo a Israel con la moral alta, con la alegría de haber conocido al Chile sionista, y con la misión inmensa de decirle a los chilenos en Israel, y a los israelíes en general, no estamos solos, Chile está con nosotros.
Hernán López
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