Hace ya dos años , casi en las mismas fechas, la Comunidad Chilena de Israel envió al canciller chileno de la época una carta en la que planteamos la necesidad de que el Estado chileno se mostrara solidario con los 10.000 chilenos que vivimos en Israel, ante el ataque masivo de misiles sobre población civil que realizan organizaciones terroristas palestinas desde Gaza.

Es necesario entender las proporciones; mientras en la herida y conflictuada Ucrania viven aproximadamente 200 ciudadanos chilenos, unos 1300 viven en Rusia, y menos de 500 en la Cisjordania palestina. En la Franja de Gaza controlada por Hamas, no hay ciudadanos chilenos.
Pues bien, pasados dos años, y también gobiernos de derecha e izquierda, hemos tenido que, lamentablemente, repetir el ejercicio ante circunstancias similares. La diferencia es que hasta el momento, el Estado chileno no ha condenado los hechos.
¿Cúal es la obligación del Estado chileno con sus ciudadanos en el extranjero? Y segundo, ¿Çuál es el rol del mismo Estado en la solución del conflicto palestino-israelí?

Pues primero que todo, establezcamos que la constitución vigente solo reconoce a los chilenos en el extrajero el derecho a voto en las elecciones presidenciales, en los plebiscitos nacionales, y un muy vago servicio de orden consular. No podemos esperar un mayor compromiso con la llamada “región exterior”, pero eso ya no es un tema de leyes, sino de políticos; Si, hay unos más sensibles que otros, pero no existen la herramientas legales para aplicar una idea de solidaridad, apoyo o servicio al chileno en Israel, por ejemplo, asistir a chilenos víctimas de terrorismo, desde las víctimas de un misil de la Yihad Islámica Palestina o de un terrorista suicida de Hamás explotando en un autobús de Jerusalén.

Entonces toca que Embajador y Cónsul, apliquen su criterio e intenten desde el Ministerio de Exteriores, movilizar unas acciones u otras, de acuerdo a cada contingencia.

Es necesario recordar la guerra del Golfo, donde el Estado chileno puso a disposición un avión de repatriación a todos los chilenos que lo quisieran. También durante la Segunda guerra del Líbano (2006), mientras Israel se enfrentaba al grupo terrorista Hezbolá, Chile ofrecía asistencia a los chilenos en el Líbano para salir de ese país.

Y en el caso puntual de los últimos conflictos, ha sido la voluntad y rescatable vocación de Embajador y Cónsul, que han buscado mecanismos de ayuda, en el contexto macro, y en el micro, caso a caso, analizando las problemáticas de los chilenos residentes. Pero otra vez volvemos a la noción de que no existe un marco, ni un protocolo claro de qué hacer en estos casos.

Respecto al segundo tema, el rol del Estado chileno como promotor de la paz y la solución del conflicto palestino-israelí, pues lamentablemente Chile no tiene protagonismo ni la capacidad real de financiar proyectos de cooperación, de desarrollo o de promoción de la paz. Simplemente no es una prioridad de la política exterior chilena y tampoco es una obligación qué lo sea. Y más allá de las declaraciones de los presidentes, las presiones de las comunidades y las votaciones en foros internacionales que han seguido una línea basada más en la influencia de la masividad comunitaria palestina que en los intereses estratégicos de Chile, no hay mucho mas que eso.
Otros países como Argentina, han sido líderes para latinoamérica en proyectos de apoyo técnico, de acercamientos políticos, o en el caso de Colombia, que mantiene sus cascos azules en la frontera del Sinaí ya por muchísimo tiempo.

La conquista de la propaganda propalestina en el Parlamento chileno parece haberse desinflado, dejando innumerables resoluciones, proyectos de boicot nefastos para los intereses de Chile y recuerdos amargos de campañas a favor de asesinos condenados en cárceles israelíes. Pero ninguna iniciativa para generar encuentros o financiar proyectos por la paz. De la forma que lo hacen países como España o Noruega, por dar dos ejemplos de la OCDE.

Esta zona del Medio Oriente es la que más visitas de grupos parlamentarios ha tenido en el mundo, lamentablemente, de ello han salido solo declaraciones de apoyo a uno u otro lado, y por ahí, intentos destemplados de boicotear a Israel, pero nada mucho mas constructivo que eso. Esperamos este año tomar la iniciativa y proponer nuevos caminos donde los chilenos podamos ser protagonistas del proceso de paz y no meros espectadores de la realidad.

Hernán López y Gabriel Colodro

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