Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL 

Dueños del Tiempo.

En otras ocasiones hemos hablado acerca de la necesidad de darle más madurez al judaísmo, que no sea sólo algo infantil, sino algo más profundo. Pesaj, la festividad que en Israel terminará mañana por la noche debe venir a enseñarnos algo más que simplemente la salida de Egipto. Esa es una historia que todos conocemos. Si vamos a dejar que Pesaj sea sólo comer Matzá, esconder el Afikoman y contar chistes sobre por qué se comen huevos en agua salada… entonces el mensaje milenario llegará a su fin en esta o como mucho en la próxima generación. Debemos buscarle un sentido aun más profundo a cada Jag (festividad).

En ese sentido, muchos se preguntan, ¿si acaso somos libres en esta época?, acaso cuando cantamos “Avadim Haiinu”, “Esclavos fuimos”, realmente lo hacemos en tiempo pasado? Libertad no significa hacer todo lo que yo quiero, eso sería una anarquía, un libertinaje sin límites. Veremos una interesante definición del mundo de la Halajá con respecto a la libertad.

En los debates sobre Halajá (ley judía), existen Mitzvot (preceptos) de los que una persona puede estar exenta en determinados casos. Por ejemplo, hay preceptos positivos con tiempo determinado. Esta es una categoría de Mitzvot en las que se nos ordena hacer algo, en un tiempo específico; tal es el caso de los Tefilín que se colocan sólo en días de semana, y sólo de día. O por ejemplo la Tefilá, la plegaria tiene un tiempo determinado y es un precepto positivo, es decir una Mitzvá en la que debemos hacer algo. Esto en contraposición a las Mitzvot Negativas, que son mandamientos en los que se nos ordena NO hacer algo: No matar, no robar, no comer Jametz en Pesaj, etc.

Volviendo a nuestro tema, ¿quiénes tienen permiso de “no cumplir” con algunas Mitzvot positivas con tiempo determinado? En principio son 3 las categorías: Mujeres, Niños y Esclavos. De acuerdo a JaZaL (nuestros sabios de bendita memoria) estos tres grupos comparten algo en común, ninguno de ellos es dueño de su propio tiempo. Por supuesto, que esta es la visión clásica, y hoy en día la sociedad funciona en forma distinta.

Sin embargo podemos analizar de todos modos los motivos detrás de esta antigua ley. Los niños, en general, no son del todo administradores de su tiempo y en gran medida dependen de sus padres. Las mujeres en la época antigua dependían de lo que sucedía en el hogar para administrar su tiempo, de manera tal que no eran del todo “libres”. Y los esclavos estaban sujetos a las órdenes de sus amos, por lo que tampoco eran dueños de su tiempo. Hay que aclarar que en la tradición judía existía en el concepto de esclavitud un tanto diferente a la de Egipto, pero era sabido que personas que no podían pagar sus deudas, se esclavizaban para poder pagar lo que debían.

Esta interpretación sugiere que la veamos con ojos renovados. Como explicamos antes, la mujer hoy tiene otra posición en la sociedad y en el mundo judío, manejan sus propios tiempos. Esclavos como en la era del Talmud no existen, y si bien nos quedan los niños, ese es un asunto distinto.

La pregunta aquí no es quién recibe el permiso de “no cumplir” una Mitzvá determinada, sino que la pregunta es ¿acaso verdaderamente somos dueños de nuestro tiempo? ¿Acaso yo soy el dueño de mis horas y las se administrar? ¿Acaso consigo controlar mi tiempo?

Esa se quizás la base de la libertad, la capacidad de decidir qué quiero hacer con mi tiempo, a qué me comprometo y a qué no. Acaso cuando Netflix me ofrece ver otro capítulo en 3, 2, 1… ¿puedo parar?

Cuando tengo el tiempo de poder tener una conversación cara a cara con un ser querido o un amigo, pero prefiero distraerme viendo redes sociales, ¿soy realmente soberano de mi tiempo? Cuando decido quedarme en el trabajo, por los motivos que sea, haciendo horas extra, en vez de compartir con mi familia, ¿lo hago conscientemente o lo hago desde la indiferencia?

Hemos reiterado en otras ocasiones que el Judaísmo es una tradición que santifica el tiempo, no lugares, no objetos ni personas. Por esa misma razón, una de las primeras Mitzvot que se le otorgó a Israel en tanto pueblo, fue contar los meses y realzar el valor del mes de Nisan (mes de Pesaj) por sobre los demás. La base de la libertad es poder controlar el tiempo. En unas horas cuando demos comienzo al último día de Pesaj diremos la bendición sobre una copa de vino diciendo: Baruj Atá Adonai Mekadesh HaShabbat veIsrael veHaZmanim. Bendito eres Tu Dios, que santificas el Shabbat para Israel y las Festividades.

Cuando terminemos el Kiddush de este último día de pesaj (en Israel) y cuando termine esta fiesta, debemos preguntarnos si somos capaces de santificar el tiempo, si somos dueños, de nuestro tiempo.

 

Shabbat Shalom,
Jag Sameaj.