Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL 

¿Una tierra en la que no falta nada?

Sefer Devarim (Deuteronomio) relata la previa de lo que será el ingreso del pueblo a la tierra prometida. Después de 40 años deambulando por el desierto, el Am Israel vuelve a escuchar promesas acerca del lugar al que van a entrar, un lugar que les asegura alimento en abundancia, desde los frutos de la tierra, hasta el propio pan. Según la Parashá de esta semana, Ekev, nada hace falta en la tierra de Israel:

“Porque Adonai tu Dios te introduce en la buena tierra,[..] Tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel. Tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; […] Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Adonai tu Dios por la buena tierra que te habrá dado”.

(Devarim / Deuteronomio 8:7-10)

La promesa está hecha, en esta tierra no faltará nada, tiene todo lo que se necesita para vivir, es una buena tierra, tiene agua, tiene comida, tiene absolutamente todo. Pero entre las palabras de la Torá, y la cruda realidad que vive hoy Israel en el Siglo XXI, hay un abismo del que no nos podemos desentender. Israel tiene altos índices de pobreza, hay un abismo que es difícil de superar, y no es precisamente por falta de recursos. Israel es un país líder en tecnologías relacionadas con la agricultura, el riego y todo lo que tenga que ver con ese rubro. Desde ese punto de vista, logramos cumplir con lo que dice la Torá. Sin embargo, la pobreza en Israel, tanto en la población árabe como en la población judía, no tiene su origen en problemas de la tierra, sino en las personas. Y no, esto no es culpa de “la flojera del pobre”, sino un desafío de toda la sociedad. Según Parashat Ekev, a esta tierra no le falta nada, pero la realidad nos muestra que hay aquí personas a las que les falta todo. La teología de esta Parashá propone que ambas partes, den lo mejor de si. Dios nos da la tierra, la lluvia y la naturaleza, mientras que nosotros, seres humanos, deberemos trabajarla y extraer de ella los frutos, las verduras y las semillas para elaborar nuestro alimento. Si Dios ya cumplió con su parte… nos queda a nosotros cumplir con la nuestra. El trabajo de la tierra no quiere decir solamente sembrar, arar, regar y cosechar, sino preocuparse de que todos puedan beneficiarse del trabajo de la misma. Hay quienes en Israel del Siglo XXI comen el pan con escasez, con hambre, y es nuestro trabajo, y no el divino, corregir esa situación.

El mes de Elul se aproxima, y traerá consigo la oportunidad de corregir y enmendar errores. Haremos una introspección, un balance espiritual que debe llevarnos a cambiar nuestras acciones. En hebreo se lo llama “Jodesh HaRajamim veHaSelijot” el mes de la misericordia y el perdón, debemos pedir el perdón de Dios y actuar en forma misericordiosa para con los demás. Si esta tierra es abundante, si hay aquí no faltan recursos, entonces lo que falta es humanidad. Y la humanidad se expresa no sólo por medio de la donación de dinero, comida o cualquier otro bien. Como lo dice el sabio RaMBaM (Maimónides) la humanidad reciba su más altruista expresión cuando conformamos una sociedad con los necesitados, no cuando le regalamos los peces, sino cuando le enseñamos a pescar. Los sectores más pobres de la sociedad Israelí provienen del mundo jaredí (ultra-ortodoxo) y de la población musulmana, y es hora de que sus líderes permitan la inserción de los mismos en el seno de la sociedad israelí y su mercado laboral. La apertura (no en términos religiosos liberales) hacia la sociedad, es lo que puede ayudarlos a cumplir con lo que Parashat Ekev estipula: que en esta tierra no se coma el pan de forma penosa.

El Pan, el símbolo máximo de alimento, que representa el trabajo mancomunado entre el hombre y Dios, entre la bendición de la tierra y el trabajo del hombre, no debe comerse en escasez, sino en esfuerzo. “Con el sudor de la frente comerás el pan”, dice el Bereshit (génesis), hay que esforzarse? Si!, pero eso no significa tener que sufrir para comer.

Es tarea de todos, no repartir en forma equitativa, sino que la equidad en tanto valor, sea repartida en cada uno de nosotros.

Shabbat Shalom