Por Siván Gobrín, periodista.

 

El año 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas decretó el 27 de enero como Día Internacional de Conmemoración del Holocausto. Ese día, del año 1945, las tropas del ejército ruso liberaron el campo de concentración y de exterminio más grande que existía en Polonia, Auschwitz Birkenau.

Con cientos de hectáreas y con decenas de subcampos de trabajos forzados, Auschwitz fue el centro del genocidio nazi, en el cual se asesinaron a más de 1 millón de judíos europeos, además de presos políticos, gitanos, homosexuales y discapacitados.

El objetivo de la fecha es conmemorar el asesinato de las víctimas del nazismo y para promover la educación sobre el Holocausto.

Otro de los objetivos que se tomó en cuenta en ese momento, fue recalcar la importancia de la memoria del Holocausto, incentivando así a los países que estuvieron bajo dominio nazi a que preserven los lugares en los que se llevaron a cabo las matanzas, por ejemplo, fosas comunes, cárceles y otros campos de concentración y exterminio a lo largo de Europa.

Hoy en día, con tanta información al alcance de la mano de quien quiera aprender sobre el tema, sería lógico pensar que el tema del genocidio nazi es indiscutible y que no existe ningún tipo de cuestionamiento al respecto. Miles de fuentes de museos y archivos como el Museo del Holocausto de Washington, Yad Vashem en Israel, el Museo Judío de Berlín, Polonia, y muchos otros, sustentan la historia.

Pero lamentablemente, el negacionismo y el revisionismo por parte de antisemitas no se han hecho esperar, y vemos las redes sociales e internet, colmadas de artículos que intentan cuestionar la verdad de los hechos, banalizarlos y cambiar los datos, tratando de dañar la memoria que ha llevado más de 70 años preservar.

Durante los años 30, Joseph Goebbles, ministro de propaganda de Hitler, hizo un tremendo trabajo de marketing utilizando diferentes conceptos para “reeducar” a la sociedad alemana. Carteles en las calles, libros de estudios en colegios, artículos en los diarios, eran los medios de comunicación que se utilizaban para llegar a la población civil, no solamente culpando a los judíos de la derrota alemana de la Primera Guerra Mundial y la crisis económica, sino que utilizando caricaturas y prejuicios antisemitas tan antiguos como la imagen del “judío avaro que quiere apoderarse del mundo”, creados en la Edad Media.

En el año 2023, nuestro acceso a la información es mucho más inmediato, en un solo click nos llenamos de datos falsos que inundan las redes. Además de que  los programas académicos en los colegios, cada vez se resta más importancia a la educación sobre el Holocausto.

En una encuesta de la Antidifamation League, solo por citar un ejemplo, más del 60% de los jóvenes entre 18 y 30 años ni siquiera sabe lo que era Auschwitz o no estaban seguros de que hayan sido asesinados 6 millones de judíos.

Sin dejar de mencionar que son ellos los que se nutren constantemente en redes sociales sobre el tema. Si chequeamos twiter, por ejemplo, y buscamos “Holocausto Judío” nos encontraremos con decenas de twits que niegan la existencia del genocidio, y además lo compara con el conflicto palestino-israelí, acusando a Israel de genocida, planteamiento que no tiene ningún tipo de sustento, ya que la población palestina no solamente sigue creciendo, sino que el objetivo de Israel no es el exterminio del pueblo palestino, sino que del terrorismo y poder vivir en paz.

No hace mucho el famoso rapero estadounidense Kanye West, se refirió en repetidas ocasiones sobre la “conspiración judía en los medios”, “cuando despierte saldré a matar judíos”, además de declarar en un programa en vivo que “Hitler fue un gran hombre”. Su influencia levantó una gran ola de antisemitismo entre sus seguidores.

Si tomamos un ejemplo más cercano, al periodista chileno Pablo Jofré, quien fue nombrado asesor comunicacional del ministerio de salud de Chile, nos encontraremos con decenas de programas de radio en los cuales gasta horas hablando de la “conspiración sionista” y cómo supuestamente “Israel inventó el Holocausto”, además de acusar burdamente el “aprovechamiento político, económico y diplomático” de la memoria del Holocausto.

Jofré, como muchos otros, siguen transmitiendo este mensaje libremente en los medios de comunicación sin ningún tipo de censura. Como ellos existen miles alrededor del mundo que se han abanderado con el revisionismo del Holocausto para expandir un “contra mensaje” y desinformación que se ha vuelto más que peligroso.

Como en la Edad Media, en los pogroms de fin de siglo 19 o los años 30 del gobierno nazi, el antisemitismo ha cambiado su plataforma, pero en esencia, sigue preservando el mismo mensaje, solamente que la información la recibimos de manera diferente.

Porque a pesar de que conmemoramos dos veces al año (El Día Internacional y Yom Hashoa en Israel), la batalla se libra diariamente, contra aquellos que diseminan odio y antisemitismo, contra aquellos que no nos quieren ver con la frente en alto, contra todos esos “Jofrés” y “Kanyes” que se dan el lujo de realizar declaraciones de odio y no se avergüenzan de mentir. Porque en el fondo, cuando no hay plataforma, y no hay información, es ahí donde tenemos la responsabilidad de la preservación de la memoria, de nuestra esencia y de quienes somos.