Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL
Haciendo posible lo imposible.
Hay una frase que dice: “Si usted entró en un callejón sin salida, y no sabe cómo salir, no sea tonto, y salga por donde entró”.
Hay cosas en la vida que nos parecen imposible, tareas a las que nos enfrentamos diciendo que no las podemos hacer, que no tenemos la capacidad. Muchas veces no se trata de no tener las capacidad, sino que es un problema de perspectiva, de afinidad y de tiempo, de la forma en la que hacemos las cosas.
Como la entrada a un callejón sin salida, de pronto estamos al final del callejón, sin saber cómo salir, y sucede que simplemente nos olvidamos que entramos por la misma entrada por la que podemos salir. Así sucede en la vida, a veces nos metemos en líos en los que nadie nos metió, y la respuesta puede estar en nuestras manos.
Eso es lo que ocurre con esas instancias en la vida, las más duras y difíciles en las que no sabemos si podremos o no, o si es que nos va a resultar, sin embargo, no sabemos si podremos o no mientras no lo intentemos. Muchas veces he escuchado personas que me dicen: “Rabino, me encantaría poder estudiar un poco más, pero es tanto lo que hay, que no puedo” o por ejemplo: “Me gustaría aprender a rezar, pero los rezos son tan largos que simplemente me es imposible, y no se por dónde empezar”.
Por ahí dicen que incluso una caminata de mil kilómetros, comienza con un pequeño paso. Una misión imposible, comienza con una pequeña acción.
Así nos enseña una de las dos Parashot que leemos esta semana, Nitzavim, la que siempre se lee antes de Rosh HaShaná. Este año la leemos junto a la Parashá, Vayelej. Nitzavim trae uno de los pasajes que mi modo de ver es de los más significativos de la Torá.
“Pues la ordenanza esta -que Yo te ordeno a ti hoy- no está oculta de ti ni es distante de ti. No está en el cielo, para decir: ¿Quién habrá de subir por nosotros al cielo y la tome por nosotros y nos la haga entender, y La cumplamos?. Ni allende el mar está para decir: ¿Quién habrá de pasar por nosotros allende el mar y la tome por nosotros y nos La haga entender, y la cumplamos? Pues cercana a ti está la cosa, mucho: en tu boca y en tu corazón, para cumplirla” (Devarim / Deuteronomio 30:11-14)
La Torá no está lejos, no en el cielo ni allende el mar. No sólo eso sino que además no hay nadie que nos la pueda traer, somos nosotros quienes podemos cumplirla y ponerla en práctica, por medio de la boca y del corazón. No podemos siempre escudarnos bajo la excusa de que dependemos de alguien para estudiar, para hacer algo, especialmente ahora en la época de las fiestas, que serán sin duda inciertas y confusas.
Es por eso que debemos prepararnos y aprender a usar el Majzor, averiguar, estudiar, para depender de nosotros mismos, pudiendo celebrar las fiestas por nuestra cuenta. Es cierto no será algo fácil, pero si no nos atrevemos… terminaremos siempre diciendo que es “difícil”.
Sobre los pesukim (versículos) que estudiamos hay un lindo Midrash en nombre de Rabí Yanai:
“Enseñó Rabi Yanai: A qué se asemeja esta enseñanza. A una hogaza de pan suspendida, colgando. El tonto se pregunta: ‘¿Quién la va a traer?’. Mientras que el inteligente dice: ‘Alguien la tiene que haber colgado’. Trae una escalera o una vara y la baja. Así también sucede que un tonto dice: ‘¿Cuándo podré leer toda la Torá?’, mientras que el inteligente, el perspicaz, estudia un capítulo por día hasta completar toda la Torá. Enseñó el Santo Bendito Sea: ‘No te está oculta’ y si está oculta, es por ti, porque no te ocupas de ella”. (Devrarim Rabah 8:3).
Rabi Yanai explica los versículos de forma muy especial. Cuando a alguien algo le parece imposible, como agarrar la hogaza de pan colgada, Rabi Yanai dice: ¿Qué problema hay? ¿Cómo piensas que eso llego hasta allí? Alguien tuvo que colocarlo ahí. El insensato siempre tendrá la excusa para quedarse sólo en la pregunta ¿Quién va a hacer algo por mi? sin intentarlo. El inteligente en cambio, trae la escalera y baja el pan, y lo come. No sólo se hace la pregunta, sino que sabe responder y en conforme a eso actúa. Del estudio a la práctica.
La Torá no está más allá de nuestras capacidades, y si “está oculta” es por nuestra culpa, pues nosotros podemos sacarla de allí. Somos nosotros los que nos frenamos a nosotros mismos, nos detenemos, nos ponemos trabas.
Estamos en momentos en los que necesitamos de valentía y quien se atreva, ganará.
Parashat Nitzavim, la última del año viene a enseñarnos que el judaísmo, la tradición el estudio de la Torá y la plegaria no están lejos, no son algo oculto o milagroso, sino que podemos hacerlo por medio del corazón, por medio de la palabras.
Shabbat Shalom,
Shaná Tová.
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