Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL 

Escuchar es cambiar.

Escuchar es muchas veces sinónimo de oír.

Parashat Haazinu nos enseña que escuchar, es sinónimo de cambio, o por lo menos de que estamos dispuestos a cambiar.

Esta será quizás la última Parashá que leeremos en el ciclo anual de lectura de Torá, por lo menos en lo que respecta a Shabbat. La semana que viene leeremos la lectura correspondiente al Shabbat de la festividad de Sucot. Venimos saliendo de dos festividades en que la audición tiene un rol central.

La principal Mitzvá de Rosh HaShaná es la audición, es escuchar el sonido del Shofar. Más que el comienzo del año, la Torá nombra a este día como día del toque del Shofar (Bemidbar / Números 29:1). Por otro lado, uno de los aspectos centrales de Iom Kippur es el Vidui – la confesión colectiva de nuestras transgresiones, si nuestra voz no se escucha, el perdón no llega.

Y es inmediatamente después que aparece en este Shabbat intermedio entre Iom Kippur y Sucot, Parashat Haazinu, que abre con este poema de boca de Moshé:

“Oíd, cielos, y hablaré;

Y escuche la tierra los dichos de mi boca”

(Devarim / Deuteronomio 32:1)

En el idioma original de la Torá, en hebreo, también se utilizan dos verbos distintos para referirse a la audición: להאזין – Lehaazín, de donde viene la palabra oído – oreja, en hebreo Ozen אוזן, que curiosamente comparte raíz con la palabra איזון izún que significa: Equilibrio. Después de todo, es el oído el órgano del equilibrio. Y por otro lado tenemos el verbo לשמוע – Lishmoa.

¿Cuál es la diferencia?

Según explican diversos exégetas, Lehaazin, es prestar atención, no solamente escuchar como quien deja entrar ondas sonoras por su oído, sino internalizar lo que se nos está diciendo, “parar la oreja” como dice la expresión popular. Mientras que Lishmoa es simplemente escuchar, pero no necesariamente comprender.

El RaSHaR Hirsch, Shimshon Rafael Hirsch, explica en su comentario a la Torá que los verbos que utiliza Moshé en este caso no son casuales. A los cielos les dice: Haazinu: presten atención, oigan. Mientras que a la tierra le dice: Escucha. Según lo que dice el comentarista, Moshé asigna un nivel superior de audición a los cielos, pues estos están predispuestos al cambio, en tanto la tierra no puede cambiar por si misma. Para florecer, los campos necesitan del sol y de la lluvia, y ambos están a disposición del cielo. La tierra en si misma no puede hacer cambios, sino es por medio de las transformaciones que suceden en las alturas.

Oír es sinónimo de escuchar, sí.

Pero oír es también sinónimo de cambio. Cuando realmente oímos, estamos dispuestos a escuchar visiones y opiniones diferentes a la nuestra. Por supuesto, eso no nos obliga a cambiar, sin embargo, una audición, una escucha sincera, nos debe llevar a cuestionarnos si acaso somos capaces de actuar conforme o no a lo que está entrando por nuestros oídos. Podemos no estar de acuerdo con lo que escuchamos, pero no podemos hacer “oídos sordos” a otras visiones. Una escucha honesta debe conducirnos al cuestionamiento de nuestras propias convicciones, de allí en adelante si queremos cambiar o permanecer estáticos, eso es otro asunto. Pero ese cuestionamiento solo tomará lugar una vez que hayamos prestado atención.

Tal como lo hemos estudiado en otras ocasiones, en hebreo prestar atención se dice: לשים לב Lasim Lev, literalmente “poner el corazón”. El escuchar es una acto de nobleza, es un acto de apertura para con el prójimo, siempre y cuando estemos dispuestos a poner nuestro corazón en lo que el otro dice, y podamos optar o no por un cambio.

Jatimá Tová,
Shabbat Shalom.