Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL

Sonría, lo estamos contando.

Israel comienza lentamente (o no tan lentamente) a salir de la cuarentena. Volvemos al tráfico, a los bocinazos, creemos que volvemos a la rutina, sin embargo, todo tiene un gusto distinto. Las mascarillas en sus variados colores y formas se hacen notar por doquier. Mientras que en cualquier evento, una y otra vez, lo que importa es poder “contar” cuántas personas hay. Las indicaciones del Ministerio de salud permiten una cierta cantidad de personas en determinados recintos. Dependiendo de la naturaleza del mismo y del tamaño del lugar. Pero contamos, porque nos queremos, porque nos preocupamos el uno por el otro. Como se puso de moda estos días, contamos porque el amor es a veces también cuidar las distancias.

Si bien “contar personas” no es de lo mejor visto en la historia del pueblo judío, no es menos cierto que no es algo ajeno. Esta semana, estamos comenzando, Dios mediante, el cuarto libro de la Torá, en hebreo: Bemidbar, en español Números. El nombre del mismo se debe a los grandes censos que figuran principalmente al comienzo del mismo. De hecho, en la literatura rabínica antigua se le conoce al Sefer Bemidbar como “Jumash HaPekudim”, como el Libro de los Censos.

Así comienza la Parashá de esta semana:

“Habló Adonai a Moshé en el desierto de Sinai en la Tienda de Reunión, en el primer día del segundo mes, en el año segundo de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Censad a toda la congregación de los hijos de Israel según sus clanes y según sus prosapias’, con enumeración de nombres. Todo varón, cabeza por cabeza”. (Números / Bemidbar 1:1-2).

Esperaríamos que la apertura de un libro en la Torá comenzara quizás con un tono distinto, con algo que llame más la atención. Bereshit es la creación del mundo, Shemot (Éxodo) comienza con la entrañable historia de Moshé, Vaikrá resuelve la tensión con la que culmina el libro anterior, sin embargo, Bemidbar comienza con un “simple” censo. RaSHI nos enseña que hay una razón por la cual se ordena contar a la población, según dice el exégeta: “Y es por el aprecio que le provoca, que los cuenta a cada momento – cuando salieron de Mitzraim, los contó, así como también cuando cayeron ante el becerro de oro, para saber quiénes aun quedaban, y por supuesto ahora, que va a residir su presencia (en el medio del campamento) los vuelve a contar”.

Cuando en estos días volvemos a contar personas, lo hacemos porque los queremos, porque los apreciamos y porque nos preocupamos de cada uno. Desde el amor profundo por otro ser humano, es que debemos cuidar las normas al salir de nuestras casas. Israel está saliendo poco a poco de lo que pareciera ser apenas, la primera etapa de esta crisis, pero aun falta mucho por recorrer. El paso del ámbito privado de la casa, a la vía pública, al espacio de todos, se asemeja quizás al paso que hacemos desde el Sefer Vaikrá (Levítico) al Sefer Bemidbar. El libro de Levítico se ocupa principalmente de los temas relacionados con los Sacrificios, los korbanot, de los Cohanim (sacerdotes) y de las normas relativas al Mishkán (Tabernáculo). El tema principal es un espacio reducido, donde no todos pueden entrar. Sin embargo Bemidbar abre con el censo, con el orden del campamento del Pueblo de Israel, viene a enseñarnos que también cuando estamos en multitud hay un orden, hay formas de hacer las cosas. Es ahora cuando debemos recordar que nuestra salida a la calle no debe transformarse en un libertinaje. Mantener la distancia, preocuparse por la higiene, evitar las aglomeraciones, y evitar exponerse, nos ayudarán no a volver a la rutina, porque la rutina anterior no existe más. Sino que entraremos en una nueva rutina.

Es por eso que decimos que queremos contarlos, y al mismo tiempo, queremos contar CON el otro, para saber que todos somos responsables por la salud de todos.

Sonría, lo estamos contando.

 

Shabbat Shalom.