Por David Arias Weil, Rabino y Vicepresidente II de la CCHIL

Tu hijo, mi hijo?

A todos alguna vez nos pasó, como padres o madres, como hijos o hijas, que escuchamos la siguiente frase:

“Mira lo que hizo TU hijo” como si no fuera propio, como si fuera de otra persona.

“Tu hija hizo tal y tal cosa”.

Sucede que si alguien que se encuentra bajo nuestra responsabilidad o bajo nuestra tutela, hace algo fuera de lugar, tendemos a quitarnos la responsabilidad sobre esa misma persona, sea esta un hijo, una hija, un alumno o cualquier otra persona. Esto sucede en forma natural y quizás se deba a que en algún punto sabemos que la responsabilidad por ese acto incorrecto recae, aunque sea un poquito, en nosotros. A veces, cuando mi hijo o cuando alguien que trabaja a mi cargo, o cuando un estudiante al que lo educo, hace algo que no está bien; nos da un poco de vergüenza. No siempre, pero en ocasiones sentimos que es también nuestra culpa y no sabemos cómo lidiar con aquello.

Pero no es sólo en relaciones “jerárquicas”, sino también en relaciones entre pares, en vínculos recíprocos. Cuando me relaciono verdaderamente con alguien, y este mismo comete un acto erróneo, nos da un poco de “vergüenza ajena”, e incluso a veces nos desentendemos de la misma persona, o de la mínima responsabilidad que podríamos tener con respecto al tema en cuestión.

Hace algunas semanas comentábamos el triste suceso en el que algunos judíos en Buenos Aires llevaban a cabo un matrimonio en plena cuarentena arriesgando la vida de muchos. Podemos enojarnos e incluso avergonzarnos, porque a fin de cuentas, terminarán culpando a los judíos, a todo el pueblo de Israel… y por supuesto, no podemos callar ante algo así!

Está bien decir que alguien de Am Israel a veces hace cosas que no están bien, esa misma persona seguirá siendo parte del pueblo, seguirán siendo nuestras hermanas y hermanos.

Entre los múltiples temas que trata Parashat Behaalotejá, se encuentra un breve episodio en el que el pueblo se queja. Dice el texto de la Torá:

“Y sucedió que el pueblo de quejó ante los oídos de Dios” (Bemidbar / Números 11:1).

Más allá de las quejas, la expresión “el pueblo” llama la atención, por su simpleza, por su forma tan neutral, que esconde en realidad, la esencia de lo que venimos discutiendo. RaSHI, el comentarista, se da cuenta de esto, y nos hace ver que en vez de que la Torá diga “Y sucedió que el pueblo de Israel” o bien “Israel” a secas, la Torá dice simplemente “El pueblo”, lo que hace pensar que no los mencionan para bien. Dice el exégeta que cuando la Torá se refiera “al pueblo” así a secas, se refiere a los malvados. Aquí el vocablo hace referencia a la maldad del pueblo de Israel. Por eso mismo, cuando en el libro de Shemot (Éxodo) el pueblo se queja por la falta de Agua, Moshé dirige la queja al Creador diciéndole: “Que haré con este pueblo” (Éxodo 17:4), sin recordar a “Israel”. La explicación que se da es que mientras el pueblo hace lo correcto son llamados por Dios “Mi Pueblo”, por el contrario, cuando el mismo pueblo no actúa como se debe, es llamado simplemente el “Pueblo”. Es casi como si Dios dijera: “miren lo que hizo EL pueblo”…. “Mira lo que hizo TU hijo, o EL niño”.

Esta es una diferencia que la hace Dios, y lo increíble de la expresión en cuestión es que seguimos hablando de UN pueblo, de un solo colectivo y no de partes del mismo.

Si bien es cierto que podemos analizar en profundidad qué es una conducta correcta o hacer lo que está bien, estamos hablando de algo diferente. Pueden existir visiones distintas, desacuerdos y opiniones diversas, pero aun así hay líneas rojas que no se deben cruzar. Cuando determinados límites se traspasan, no podemos quedarnos de brazos cruzados. No se trata de golpearnos el pecho pidiendo perdón por algo que no hicimos, sin embargo no podemos ser indiferentes a determinadas situaciones. Sucede con el racismo, con el trato a las minorías, con abusos sexuales y otros cientos de ejemplos, que desgraciadamente, no nos faltan.

No tenemos necesariamente que “avergonzarnos” y decir que determinadas personas ya no son parte de nuestro pueblo. No porque alguien piense distinto y haya hecho algo terrible deja de ser parte del pueblo de Israel. La invitación es que en vez de simplemente declarar que “nos da vergüenza” lo que algunos judíos hacen, seamos responsables y digamos “Este es MI pueblo” no “Este Pueblo”. No se trata de hacernos responsables por actos que no cometimos, se trata de hacernos responsables para que no vuelva a suceder. No decimos que ese fue “nuestro error”, sino que nos responsabilizamos en que no ocurrirá nuevamente.

Está bien decir que alguien de Am Israel a veces hace cosas que no están bien, esa misma persona seguirá siendo parte del pueblo, seguirán siendo nuestras hermanas y hermanos.

Shabbat Shalom.