La plaza es un lugar donde se cruzan caminos, donde se encuentran gentes, donde se intercambian ideas de la ciudad, pero hoy Israel tiene una plaza diferente a todas esas, tiene una plaza donde se retiene el recuerdo vivo de cientos de personas cuyas vidas fueron arrebatadas por el odio palestino.

 

Esta tragedia es difícil de entender, porque no es racional, al menos no en nuestra lógica, ¿qué pensaban los palestinos cuando cruzaron nuestra frontera a sembrar la muerte entre nuestras gentes?, ¿pensaban acaso que nos quedaríamos paralizados por el miedo y no iríamos a rescatar a nuestros muertos y nuestros secuestrados?

Esta es parte de la conversación que tuve con Ale Dukes, en un restaurant a un costado de esta plaza del recuerdo. Ale, como tantos otros judíos de la golá viene a tratar de entender, a tratar de ayudar, a solidarizar, pero por sobre todo viene a honrar la memoria de cada una de las fotografías que recuerdan a nuestros jóvenes.

Hay un deber en todo activista político chileno que visita hoy Israel, en este periodo tan duro de nuestra historia, pero el deber va mucho más allá de mostrar y explicar a la opinión pública chilena, porque ese esfuerzo es un quehacer sisífico. El deber fundamental es politizarse, volver al ágora más sionistas, más judíos, más intensos.

Porque Israel corrió y corrre un riesgo existencial, esta no es una guerra cualquiera, es una guerra por la patria, por la familia, por los amigos.

Hablábamos con Ale sobre la experiencia de mi hijo en la batalla, en sus complejidades y en sus significados más disruptivamente políticos. Ciertamente nuestros soldados pagaron y pagan un precio inmenso por la preservación de Israel. Pues después de esta guerra no ha de quedar el más pequeño espacio de duda a nuestros enemigos, que Israel no solo responderá con todo su poderío a la adversidad, sino que lo hará unido, más allá de todas nuestras diferencias políticas o culturales.

Lo mismo es válido para los sionistas de la golá, los representantes del Congreso Sionista Mundial han de ser un dedo más en este puño que se cierra potente sobre el odio de nuestros enemigos.

Chile ha sido delineado como una extensión del brazo armado de Irán y Hamás, el gobierno hostil de Boric, avanza de la mano del extremismo palestino en una estrategia de satanización de Israel. Pero un gobierno no es Chile, y son las Ales Dukes de Chile las llamadas a dar la cara, con mirada firme y asertiva.

La golá chilena está con Israel, los sionistas chilenos, judíos y no judíos, están con Israel, y ningún liderazgo antisemita podrá tapar con un dedo la verdad de que millones de chilenos entienden perfectamente por qué Israel ha hecho lo que hace.

Los chilenos en Israel lo hemos expresado con claridad, nuestro gobierno no sólo no nos representa, sino que nos avergüenza, Chile e Israel son pueblos hermanos y este intento de separarnos no prosperará.

Una plaza es un lugar lleno de vida, un lugar lleno de voces y colores, hoy los representantes del sionismo mundial son los llamados a hablar por los sin voz. Eres tú querida Ale, con la ayuda de quienes te han abierto el camino para llegar aquí, los que no solo deben narrar la historia de nuestros caídos, sino los que están llamados a defender el derecho de Israel de existir, a defender el derecho de Chile e Israel de ser pueblos amigos.

Este 3 de marzo, sentados en una mesa, junto a una plaza sembrada de fotos de jóvenes hemos hecho un pacto con mi querida amiga Ale, nuestra voz no será acallada, nuestras historias no serán ignoradas, nuestros enemigos no prosperarán, porque algo más fuerte que la muerte nos une, y ese es el secreto de nuestra resiliencia. Somos el martillo de los macabeos, el escudo de David, somos la espada de Judá, y hoy más que nunca somos sólo un pueblo, unido en un solo destino.

Hernán López