Mi nombre es Valentina, tengo 19 años y soy madrijá de Maccabi. Este año, al igual que muchos/as compañeros y compañeras de mi edad, quise irme de shnat, un año de estudios en Israel. Sin embargo, me tocó ni más y ni menos que el año 2020, sip!!! : un shnat en medio de una pandemia!!!
Mi aventura empieza el martes 03 de marzo, cuando en Chile no habían casos reportados de covid 19 y aquí, en Israel, la cosa recién estaba empezando. Los primeros días todo iba muy normal, llegamos a majón y alcanzamos a celebrar Purim en el shuk de Jerusalén, un día después, nos dijeron que no podíamos volver a salir de la kiriá.
Esa misma semana, se supone que teníamos que empezar las clases y las salidas, pero claramente todo se tuvo que aplazar,
luego de dos o tres semanas de incertidumbre en la que no sabíamos qué estaba pasando, ni qué iba a pasar, se nos comunicó que todas las salidas previstas se suspenderían hasta nuevo aviso y que las clases y javurot van a ser online.
Así fueron casi 3 meses!!! Entremedio se enfermo la directora del majón, después una compañera y tuvimos cuarentena dentro de las piezas…!!
Un desastre, yo, que a diferencia de mis compañeras de Maccabi, me vine sin muchas expectativas por suerte no estaba taaaan desilusionada, pero si tenía la sensación de que iba a vivir 4 meses en Israel sin conocer nada.
Así pasó el tiempo hasta que el 17 de mayo por fin el majón abrió sus puertas definitivamente y paulatinamente empezamos a retomar la “vida normal” del majón, volvieron las javurot y clases presenciales, con ellas también las salidas y los “la omek”, visitas a terreno.
Fue ahí en un ”la omek” en donde en medio de una ola de calor nos trajeron al kibutz Gezer, para conocer un poco más de cerca toda la vida kibutziana, el que nos hacía la clase era un chileno, que resultó ser el presidente de la Comunidad Chilena en Israel (Gabriel Colodro) y dentro del kibutz nos recibió un Javer , otro chileno, (Hernán López).
Yo en este momento sabía que me habían cancelado el vuelo, por lo tanto, ya no estaban saliendo vuelos a Chile, además mis papás no podían costear las segunda etapa que venía en el programa de Maccabi, o sea ,estaba media complicada, por que no tenía donde quedarme, entonces, aproveché esta instancia para pedirle ayuda a Colodro, quería saber si podía arrendar algún lugar barato, o tal vez algún chileno me podía recibir un tiempo en su casa, ya que si bien yo tengo familia aquí, la relación no era mucha, sólo las conocí algunos días al llegar a Israel y unos fines de semana donde podíamos salir.
Colodro me dio su número, entonces empezamos a hablar, me dijo que me metiera a grupos de facebook ahí encontré una persona que estaba buscando gente para trabajar en un hotel en Eilat, ofrecía alojamiento, comida y seguro médico. Inmediatamente le hablé y le pregunté los requisitos, había que tener visa de trabajo, cosa que yo no tenía y sin eso no me podía contratar,entonces en ese momento no lo tome.
Una vez finalizado el programa después de el seminario de cierre, que se hizo en Eilat , me fui una semana repartida en las dos casas de mis tías que viven aquí ( una en Modiin y la otra en Bat Yam).
Ese cambio fue un poco raro, porque un día de los que estaba en la casa de mi tía de Modiin quise ir a Tel Aviv a conocer y cuando estaba a punto de devolverme a su casa me llamó diciendo que era mejor que me fuera a la casa de mi tía de Bat Yam y que ella me llevaba las cosas que tenía en su casa…
Perfecto, me fui a esa casa, me prestaron pijama y al otro día mi tía de Modiin me llevo la ropa que encontró en una bolsa, unos días después, creo que motivadas por el miedo al virus me dijo que lo mejor era que me fuera a vivir a otro lugar.
Fue así como llegué a un pequeño Hostal en Tel Aviv, que anteriormente había escuchado por ahí, estuve una semana pagando hasta que me ofrecieron ser voluntaria y yo accedí, entonces desde ese momento en adelante estuve de voluntaria como un mes, mas o menos, en ese mes conocí a muchas latinas (entre ellas una chilena) y un puertorriqueño, algunas habían hecho aliá y otras, como yo, se habían quedado estancadas…
Poco a poco fui armando una buena red de amigas y contactos. Hasta que saqué mi visa de trabajo ,para empezar a trabajar con la persona con la que me había contactado anteriormente. Hablé con él y me dijo que ahora el trabajo era en Tiberias, así que nos juntamos en su oficina en Tel Aviv y partimos a Tiberias. Ahí conocí a más latinos, un argentino, un colombiano y una colombiana. Trabaje por dos semanas hasta que llegó un momento en el que me di cuenta que no podía seguir trabajando en un ambiente tan hostil como lo era ese, en el lugar la jefa era una rusa muy doble cara y cínica ,el resto de trabajadores eran también rusos o árabes, como en todas partes ,claramente que no todos eran igual de desagradables pero si la gran mayoría, se pasaban gritando entre ellos y a mi también.
Una vez vi como a la jefa le llegó en la cara un cubrecamas que un trabajador estaba ordenando, entonces ella con furia miró al trabajador, (que después me di cuenta que tenía algún grado de sordera) tomó el cubrecamas y se lo refregó en la cara, todo esto justo en frete de mi, y así un montón de malos tratos que seguramente ellos están acostumbrados a recibir, pero yo definitivamente no estoy para que me estén tratando mal.
Entonces tomé la sana decisión de renunciar y volver a Tel Aviv, pero esta vez no al mismo hostal en donde había estado antes, si no que me puse en contacto con unas amigas que había conocido en el mes que había estado ahí una de nicaragua, una de Colombia y una de Brasil, que resultó ser la gerenta de el hostal en donde mis amigas de nicaragua y Colombia eran voluntarias, además también estaban estancadas como yo.
Llegué a Tel Aviv y me junté con ella en el hostal, me explicó como funcionaba todo y empezó mi segundo voluntariado, una vez instalada conocí a otra amiga, una argentina que había hecho aliá y con ella nos llevamos increíble inmediatamente.
Así fue pasando el tiempo y de “unas semanas” me quedé dos meses, entremedio, me tocó una cuarentena y también mi cumpleaños, pero fue un tiempo muy agradable.
Hasta que se cumplió mi ciclo ahí y yo ya quería descansar, ya que pronto volveré a Chile, el único problema ahora era encontrar alojamiento… Entonces me acordé de Hernán que vivía en un kibutz y seguramente me podía ayudar, le hablé y me dijo que no tenía problema en recibirme en su casa y aquí estoy 🙂 escribiendo esto bajó su recomendación y trabajando ya en los olivos como voluntaria o en la lechería con los terneros , nunca se deja de aprender… veamos que tiene el destino para mi en lo que me va quedando de año…
Valentina Romeo, Maccabi Hatzair Santiago
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